Uno de los métodos más habituales para atenuar los descensos de rendimiento o para favorecer procesos de rehabilitación de lesiones es la aplicación de hielo, bien de forma localizada o bien en forma de baño con agua helada. Pero, ¿qué ocurre cuando utilizamos este método para recuperarnos después de un esfuerzo? ¿aceleramos realmente el proceso de recuperación? ¿qué consecuencias tiene en las adaptaciones a largo plazo?
Como complemento a este capítulo te dejamos un extenso artículo de nuestra revista: